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11 diciembre 2012 | 22:11 | 0 Coments.
Es bonito, tener a alguien pendiente de tus actos cada momento. No que te controle, ni que te agobie. Alguien que te escucha, te protege, y te enseña que los caminos difíciles son los que valen realmente la pena.
Cuando aparece de repente, casi sin llamar, a tu vida. Y la cambia, empieza a hacerse indispensable día a día, como si fuera un diario, en el que necesitas escribir todo lo que te ocurre, desahogándote en cada página, para poder seguir adelante. La famila es importante, y cuando hay problemas, roces, y lo único que necesitas es hablar con alguien, que te hable con objetividad, que te entienda, o que al menos intente ponerse en tu lugar, es difícil encontrar a la persona que pueda complementarte, demostrándote que puedes contar con su apoyo día a día.
Estos meses atrás, he abierto los ojos, dándome cuenta de lo que realmente valía la pena, y lo que debe y no continuar en mi vida. No necesito poner nombres, sabéis de sobra que os quiero, y quienes sois. Pequeños.